A. Atendiendo al objetivo de la estrategia de investigación:
• Descriptivos, cuyo propósito es analizar cómo ocurre un fenómeno organizativo dentro de su contexto real.
• Exploratorios, que tratan de familiarizarse con un fenómeno o una situación sobre la que no existe un marco teórico bien definido.
• Ilustrativos, que ponen de manifiesto las prácticas de gestión de las empresas más competitivas.
• Explicativos, que tratan de desarrollar o depurar teorías, por lo que revelan las causas y los procesos de un determinado fenómeno organizativo.
Siguiendo esta clasificación, y teniendo en cuenta el objetivo de este trabajo, podemos considerar que nuestra investigación se corresponde con los estudios de casos explicativos, ya que pretendemos construir o depurar teorías y entender el por qué, el cómo y el cuándo del fenómeno estudiado. Para ello utilizamos conceptos abstractos para describir y analizar una serie de fenómenos generales, pero basándonos en la experiencia práctica, lo que permite formar gradualmente la teoría (Leonard y McAdam, 2001). Así visto, los rasgos que definen el estudio de casos explicativos se asocian a los objetivos planteados en esta investigación que aspira a encontrar una explicación teórica de las interrelaciones existentes entre los factores presentes en el desarrollo del momentum organizativo y el cambio estratégico.
De hecho, Bonache Pérez (1999) defiende la utilización de los estudios de casos explicativos en aquellos trabajos que desean explicar los fenómenos organizativos apelando a sus causas y pudiendo así contribuir al desarrollo teórico de tales áreas. En este sentido, considera que los casos explicativos son el tipo de investigación más adecuada cuando se conoce poco en torno al fenómeno a estudiar, se desea construir una teoría o se trata con alguna de las situaciones propicias para esta metodología, entre las que destaca el análisis de los procesos de cambio organizativo -dada la capacidad de explicación del cómo y por qué se produce el cambio-, los estudios interculturales y de culturas organizativas -sólo a través del análisis en profundidad se pueden deducir las normas y valores que definen su cultura- y el análisis de fenómenos inusuales o secretos -información que sólo con la confianza que producen las relaciones a largo plazo se puede obtener- (Bonache Pérez, 1999). En todos estos casos, las cuestiones clave de investigación para construir teorías explicativas son del tipo cómo y por qué (Snow y Thomas, 1994; Galán, 2001)
B. Atendiendo al número de casos que conforman un estudio, podemos encontrarnos con:
• Un único caso. Esta metodología basada en un único caso es adecuada cuando dicho caso sea especial -posee todas las condiciones necesarias para confirmar, desafiar o ampliar una determinada teoría-, raro –muy distinto a los demás casos posibles-, o revelador –nos permite explorar un fenómeno determinado- (Chiva Gómez, 2001). En una línea similar, Pettigrew (1990) establece que un único caso puede ser adecuado si el tratamiento del material del caso es suficientemente genérico o si la calidad y naturaleza de las conclusiones son únicas o fuertes.
• Múltiples o comparativos casos. En este tipo de estudio se hacen las mismas preguntas a los distintos casos, comparando las respuestas para llegar a conclusiones (Ghauri et al., 1995). Así, las evidencias basadas en varios casos se pueden considerar más sólidas y convincentes, ya que la intención en el estudio de casos múltiples es que coincidan los resultados de los distintos casos, lo que permitiría añadir validez a la teoría propuesta. De hecho, cada caso debe ostentar un propósito determinado, por lo que la elección de los mismos no se realiza según los criterios muestrales estadísticos sino por razones teóricas, buscando un conjunto de casos que sea representativo del fenómeno a analizar. Es más, la lógica que subyace en la selección de casos es la lógica de la réplica (Yin, 1994), en la que se plantea que cada caso debe ser seleccionado cuidadosamente de forma que cumpla dos requisitos: en primer lugar, que prediga resultados similares a otro caso (réplica literal), dadas unas condiciones similares; y en segundo lugar, que genere resultados opuestos a otros casos (réplica teórica), pero por razones predecibles. Así, y aunque no existe un criterio definido para determinar el número de casos que deben conformar el estudio (Pettigrew, 1990), de acuerdo con esta lógica, Chiva Gómez (2001) establece que un estudio de casos requeriría un mínimo de cuatro unidades de análisis, aunque cuanto mayor sea este número, se puede alcanzar una mayor replicación y fiabilidad (Eisenhardt, 1989).
• Ilustrativos, que ponen de manifiesto las prácticas de gestión de las empresas más competitivas.
• Explicativos, que tratan de desarrollar o depurar teorías, por lo que revelan las causas y los procesos de un determinado fenómeno organizativo.
Siguiendo esta clasificación, y teniendo en cuenta el objetivo de este trabajo, podemos considerar que nuestra investigación se corresponde con los estudios de casos explicativos, ya que pretendemos construir o depurar teorías y entender el por qué, el cómo y el cuándo del fenómeno estudiado. Para ello utilizamos conceptos abstractos para describir y analizar una serie de fenómenos generales, pero basándonos en la experiencia práctica, lo que permite formar gradualmente la teoría (Leonard y McAdam, 2001). Así visto, los rasgos que definen el estudio de casos explicativos se asocian a los objetivos planteados en esta investigación que aspira a encontrar una explicación teórica de las interrelaciones existentes entre los factores presentes en el desarrollo del momentum organizativo y el cambio estratégico.
De hecho, Bonache Pérez (1999) defiende la utilización de los estudios de casos explicativos en aquellos trabajos que desean explicar los fenómenos organizativos apelando a sus causas y pudiendo así contribuir al desarrollo teórico de tales áreas. En este sentido, considera que los casos explicativos son el tipo de investigación más adecuada cuando se conoce poco en torno al fenómeno a estudiar, se desea construir una teoría o se trata con alguna de las situaciones propicias para esta metodología, entre las que destaca el análisis de los procesos de cambio organizativo -dada la capacidad de explicación del cómo y por qué se produce el cambio-, los estudios interculturales y de culturas organizativas -sólo a través del análisis en profundidad se pueden deducir las normas y valores que definen su cultura- y el análisis de fenómenos inusuales o secretos -información que sólo con la confianza que producen las relaciones a largo plazo se puede obtener- (Bonache Pérez, 1999). En todos estos casos, las cuestiones clave de investigación para construir teorías explicativas son del tipo cómo y por qué (Snow y Thomas, 1994; Galán, 2001)
B. Atendiendo al número de casos que conforman un estudio, podemos encontrarnos con:
• Un único caso. Esta metodología basada en un único caso es adecuada cuando dicho caso sea especial -posee todas las condiciones necesarias para confirmar, desafiar o ampliar una determinada teoría-, raro –muy distinto a los demás casos posibles-, o revelador –nos permite explorar un fenómeno determinado- (Chiva Gómez, 2001). En una línea similar, Pettigrew (1990) establece que un único caso puede ser adecuado si el tratamiento del material del caso es suficientemente genérico o si la calidad y naturaleza de las conclusiones son únicas o fuertes.
• Múltiples o comparativos casos. En este tipo de estudio se hacen las mismas preguntas a los distintos casos, comparando las respuestas para llegar a conclusiones (Ghauri et al., 1995). Así, las evidencias basadas en varios casos se pueden considerar más sólidas y convincentes, ya que la intención en el estudio de casos múltiples es que coincidan los resultados de los distintos casos, lo que permitiría añadir validez a la teoría propuesta. De hecho, cada caso debe ostentar un propósito determinado, por lo que la elección de los mismos no se realiza según los criterios muestrales estadísticos sino por razones teóricas, buscando un conjunto de casos que sea representativo del fenómeno a analizar. Es más, la lógica que subyace en la selección de casos es la lógica de la réplica (Yin, 1994), en la que se plantea que cada caso debe ser seleccionado cuidadosamente de forma que cumpla dos requisitos: en primer lugar, que prediga resultados similares a otro caso (réplica literal), dadas unas condiciones similares; y en segundo lugar, que genere resultados opuestos a otros casos (réplica teórica), pero por razones predecibles. Así, y aunque no existe un criterio definido para determinar el número de casos que deben conformar el estudio (Pettigrew, 1990), de acuerdo con esta lógica, Chiva Gómez (2001) establece que un estudio de casos requeriría un mínimo de cuatro unidades de análisis, aunque cuanto mayor sea este número, se puede alcanzar una mayor replicación y fiabilidad (Eisenhardt, 1989).
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